“HAMLET.- Existir o no existir, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?… Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir… y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos.”1 W. Shakespeare
Por: Ars Mundana
En el año 2023 es posible preguntarse si esta atrevida resistencia al sufrimiento sigue influenciando la forma de vida humana contemporánea, o si ahora, como lo dice Hamlet, está la madurez de sufrir los embates de la civilización contemporánea, edificada sobre sendas de violencia y despojo. Sin embargo, si hay algo que define al capitalismo y su particularidad neoliberal es la postergación de todo problema humano fundamental, para no ir lejos, qué tipo de sociedad se están planteando los diferentes países, qué tipo de imágenes sociales edificantes se ofrecen a grandes y chicos para plantear una cultura democrática y de respeto a los derechos humanos a todas las poblaciones presentes en el globo.
Lamentablemente en medio de este clamor, aparece Grand Tefth Auto V, una muestra grotesca de cómo aplanar una idea de juego, cercenar todo contacto social y significativo, y complicar bajo procedimientos de lucro burocrático online la idea de “ser en el mundo” a través de un carro, un arma, el narcotráfico… Esta edificada obra de la mediocridad ingenieril no solo prefirió plantear una fantasía vacía a sus jugadores para, supuestamente, relajar o “hacer reír” a quien lo jugase, sino que además la llenó de toda la miseria del mundo real, realizó una copia de espejo del sucio capitalismo norteamericano en 250 gigas de basura de código de programación.
Con las posibilidades del color, la animación, el detalle del movimiento humano, era plausible plantear una “ciudad rebelde”, al decir de D. Harvey, en constante actividad política (democrática radical) y económica, donde las personas se tomaran el espacio público (que en GTAV es solo para atropellar), o donde fuese posible caminar por un parque (y no invadirlo en una hammer que reparte granadas a su alrededor). “El sueño de la razón produce monstruos” aducía Goya, y aquello es lo que ha producido Rockstar Games, luego de haber alcanzado el mejor reconocimiento en la comunidad tecnológica del mundo por su opera prima GTA San Andreas, acabando con toda posibilidad de legado, de mejoramiento y aniquilando de una vez por todas lo que significaba el sello “GTA”.
Rockstar games patrocina glamour, autos deportivos, emprendimiento, actividades sociales como bolos o como golf: lo que realmente obtienes es toxicidad, misiles furtivos, granadas a personas chateando, francotiradores y motos voladoras asesinas, robo… La única manera de enfrentar esta descompuesta realidad virtual es la paranoia, la sugestión y excitación constante de los sentidos con el fin de prevenir el fin de la propia vida, la supervivencia es netamente militar, ni siquiera se basa en el poder del dinero directamente, porque importa más el rifle, su potencia (o el auto militar) que el poder que puede otorgar la acumulación. El sueño de GTAV es morir en la perversión de facilitar, impulsar y permitir la muerte.
En Rockstar Games no necesitan aclarar cuál es su visión del trabajo, de la cooperación de los trabajadores… porque está muy bien impresa en las limpias calles de Los Santos, que se parecen a las de Bogotá o a las de Santiago porque los trabajadores, quienes realmente han levantado las ciudades como una apuesta por el crecimiento económico, aparecen tras bambalinas, no tienen si quiera utilidad porque el entorno no permite acciones que lo puedan modificar radicalmente, tan solo permite volar autos con explosivos, “transportar droga” que nadie puede apreciar ni ver cómo se fabrica (porque los trabajadores solo saben actuar en ofensivos ciclos idiotas). Eso sin contar con que el trabajo del hampa, al interior de la historia o del modo online de GTAV es tan miserable como su apuesta de innovación, el hampón debe hacer miles de envíos, misiones repetitivas y rituales para poder acceder a un penique, en un lugar virtual donde todo automóvil agradable cuesta más de 500 mil dólares (otra burla de GTA hacia la “vida real” groseramente mercantilizada).
Es cierto que GTA V es uno de los juegos más vendidos y jugados en la historia reciente de este subtipo de software, sin embargo, su escalada a los podios del entretenimiento le costó el carisma y el alma al argumento, dejó de tener al pueblo y a individuos del mundo subalterno como sus referentes, muy pronto se vacío al punto de ser una distopía gris de las perversiones de matar de algunos cientos de gamers, que necesitan renunciar a la fantasía mortal del capital, para estar más cerca del amor y de otros modos de juego más constructivos.
1W. Shakespeare, Hamlet, “Escena IV” p.59, https://biblioteca.org.ar/libros/89485.pdf
